Lo que vas a ver ahora, es un proyecto personal, autoral.

¿Qué significa eso? Que es un trabajo que no vendí, lo hice para mí.

Aunque bueno, sirve también para mostrar el trabajo que hago.

Esta placa que vas a ver me sorprendió, de verdad superó ampliamente lo que tenía dando vueltas en la cabeza.

Seguro que a vos también te ha pasado, de tener esos momentos en los que lográs resolver las cosas de una manera que no esperabas. No somos tan distintos vos y yo.

Bueno, la cosa surgió porque mi suegra tiene desde hace años, una botella de Aconcagua en su heladera…pero con agua.

Es LA botella de agua, la oficial, de la que te sirven cuando vas a la casa de mis suegros.

Y siempre me encantó, por el color, la forma, la etiqueta con relieve.

Además hay otra cosa. El Aconcagua tiene un significado muy especial para mi, me conecta directamente a mi hermosa infancia, en las que cruzabamos la cordillera de los Andes con mi familia para ir a Chile.

Siempre pesan las emociones, no hay manera de excluirlas de la ecuación.

Te termino de contar.

Había visto en Pinterest, un diseño que me gustó mucho, de una bebida con la misma idea. Lo que hice, después de grabarla en la retina y que se mezclara con mis recuerdos, fue abrir Photoshop y armar un rompecabezas.

Ya estaba andando la IA, pero no la necesité. No siempre hace falta.

Si bien considero que todas las placas que hago son artísticas, esta está un poco más allá. Quiero decir, un poco más refinada, con una retórica potente.

Cuando digo retórica, me refiero a un mensaje de gran impacto, con su toque emotivo, y con una capacidad de síntesis.

Porque eso logré: que apareciera la botella, el logo, el Aconcagua, los cóndores, y la vicuña que funciona como remate, corona a la placa al quedarse contemplativa ante la marca y el cerro.

Se supone que un padre no tiene hijos favoritos.

Pero claramente, esta placa está en mi top five de hijos predilectos.

¿Te parece exagerado?

Puede ser.
Quedaste justo atrás de la vicuña, en la cueva que está en una de las montañas de la cordillera, con una vista privilegiada al Aconcagua. Si la miras de nuevo, y después cerrás los ojos por un rato, vas a sentir el aire del lugar rozándote la cara, y el sol dándote pinchazos en los brazos.

¿Vamos a ver el antes y el después? Deslizá la linea para los costados. 

Por último, te dejo un videito para que veas una parte del proceso. Digo una parte, porque era largo e incómodo para mostrártelo entero. Pero sirve igual, es entretenido. Dale play.
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